Sabemos que somos quienes somos y donde estamos gracias a que interactuamos con otros. A veces competimos, a veces parasitamos o nos parasitan. Con mucho esfuerzo llegamos a establecer relaciones mutualistas. Es un “quítate tu pa ponerme yo”, un lo “ancho para mí lo estrecho pa los demás” o una constante “negociación entre iguales”. Además, como individuos sociales hemos creado la familia, la horda, la tribu, el pueblo, la nación, la empresa, la secta... un tipo de organización coercitiva regida en mayor o menor medida por el “palo y la zanahoria”.
En la literatura
y el cine hemos visto innumerables obras relacionadas con la competición, con
el parasitismo (menos) y el mutualismo representado en las obras románticas y
el melodrama. La relación entre el individuo y la organización coercitiva está
también representada, como no. El individuo tratando de sobrevivir a la presión
de la organización.
Subvertir el punto de vista narrativo
A continuación,
voy a explicar como las películas “Mi tío”, “las reglas del juego” o “la
escopeta nacional, los paisajes de ... o los pantocrators medievales ponen de
relevancia lo coral en vez de lo individual.
Algunos autores, como,
por ejemplo, Jacques Tati, en su película “Mi tío” fueron capaces de subvertir
el punto de vista narrativo. En vez de describir la relación coercitiva
poniendo el foco en el individuo lo que hace es describir el paisaje.
Obviamente, la cantidad de información que tiene el paisaje excede la
linealidad del relato. Un pintor de paisajes, , utilizaba un recurso elegante
para lograr explicar el paisaje: en medio del cuadro siempre pintaba a un
paisano con un gorro rojo. Ese gorro representaba la única nota de color rojo
en todo el cuadro. Además, como estaba centrado, la vista tendía a posarse en
ese punto. En ese momento, todo el cuadro tenía sentido: podías ver el paisaje
en su totalidad. Jacques Tatí sustituye al gorro rojo por su tío. De esa
manera, la sociedad impersonal del comfort cobra vida en la linealidad del
relato. La importancia de este recurso gráfico es plasmada por el director
británico Mike Leigh en su biopic sobre el pintor Turner. Los pintores
medievales lograban este efecto en el pantocrátor con los ojos de Jesucristo en
el centro del cuadro.
El paisaje, el
pantocrátor con todos los santos alrededor de Jesucristo, se convierten así en
los protagonistas. El paisano con el gorro rojo, o Jesucristo, carecen de
importancia. Lo importante es todo el paisaje, o es la organización jerárquica
que se desprende de las hileras de santos y su tamaño menguante a medida que
van perdiendo relevancia en la organización.
Renoir, en su
película de 1936, “las reglas del juego”, nos muestra como lo social está
articulado de una manera imperceptible pero férrea. Es como cuando te hablan de
materiales prácticamente invisibles con la dureza y resistencia del acero. Hay
unas reglas, un amo y unos sirvientes. Las reglas del juego están ahí para
favorecer los intereses del amo. A un marqués, un aviador quiere levantarle la
mujer. Acaba muriendo. Esas son las reglas del juego de las sociedades
coercitivas.
En la película
“La escopeta nacional” por un lado está el dinero, representado en el
empresario catalán, y por otro lado está el poder político, en forma de
conseguidores madrileños. Ambos se necesitan, el catalán para conseguir el
trato de favor, el conseguidor para conseguir el dinero. Gracias a la película
entendemos cómo funciona una economía extractivista y clientelar.
Show don´t tell
Este recurso
narrativo tan querido por los guionistas de películas americanas plasma
perfectamente la importancia de no ser lineal si queremos describir a un
individuo como pieza de un sistema más amplio. ¿Para qué darle voz a quién es
solo un elemento de una obra coral? Como piezas de una obra coral lo que nos
define son nuestras necesidades y pasiones básicas. Normalmente, esas
necesidades y pasiones son las que nos permiten engarzar con lo social, de
integrarnos en la sociedad, de ser queridos y relevantes para las personas que
nos rodean.
En la película “Bad
taste” de Peter Jackson se muestra a un vendedor y la esencia de un vendedor se
condensa en un superzoom en el que se puede ver como se ha afeitado de manera
pulcra hasta donde se puede ver, pero allí donde no se ve, se observan unos
pelos en el gaznate muy desagradables. Un vendedor no fabrica ni tiene ningún
arte que sea de utilidad para sus semejantes. Su trabajo es crear empatía y
buscar necesidades en sus potenciales clientes-víctimas que explotar. A ello
dedica mucho tiempo, por eso no tiene tiempo para afeitarse de manera correcta.
Siempre está en la calle, siempre está pensando en encontrar a quién colocarle
su producto. Como todos hemos conocido a algún vendedor nos basta solamente
mostrar este detalle para describir la vida entera de uno de estos personajes.
En las obras corales no hay personas, hay personajes.
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