domingo, 21 de noviembre de 2021

Muerto Durruti guerra perdida

 En mayo de 2021 cuando estuve en Madrid, para luego ir a Coruña a veros, me encontré encima de un contenedor este libro:


Me fui al hotel y empecé a leerlo. Acabé de leerlo en Coruña. No conocía a su autor Joan Llarch pero cuando empecé a leerlo me di cuenta de que era un libro excelente. Documenta de manera prolija lo que ocurrió el día de la muerte de Durruti. La versión oficial fue que Durruti se baja de un coche en la avenida de la Complutense, donde dejábamos el coche en estas pasadas navidades, para inspeccionar el frente y un francotirador a km de distancia lo mata de un tiro. Página a página Joan Llarch va creando un cuadro cada vez más detallista de lo que allí sucedió. Es muy elegante al no concluir nada. Y sin embargo, después de leer el libro sospechas que quienes mataron a Durruti fueron sus propios compañeros. Durruti fue asesinado porque siendo anarquista quería pasarse al bando de los comunistas. Para sus compañeros, sabiendo que Durruti era un símbolo, aquello era una traición intolerable, una claudicación frente a sus enemigos políticos los comunistas. Un tiro a quemarropa y arreglado el problema.


Durruti era un hombre de acción. Lo que él quería era ganar la guerra. Se dio cuenta que desde el anarquismo era imposible llegar al grado de disciplina y coordinación que exigía semejante empresa. Los comunistas eran más eficaces en este sentido: tenían disciplina y una organización jerárquica. Además contaban con el dinero y los medios bélicos que les proporcionaba la URSS. 

Cuando Durruti murió cundió el desánimo entre las tropas que trataban de resistir el avance del ejército fascista. El sentir general era de que "muerto Durruti la guerra estaba perdida"

El entierro de Durruti

viernes, 5 de noviembre de 2021

Aislar a las personas, unas de otras y aislarlas en territorios pequeños

La manipulación mental existe. Como método de control de masas es excelente porque libera de ejercer violencia contra los cuerpos. La violencia se ejerce a nivel mental. Requiere eso si, mucha coherencia, aislar a las personas, unas de otras y aislarlas en territorios pequeños. Para aislarlas unas de otras, uno de los mecanismos más interesantes es hacerles creer que sus problemas solo les afectan a cada uno de ellos individualmente. La solución a este tipo de manipulación es que las personas compartan sus problemas y se den cuenta de que gran parte del problema es estructural, no individual. Es lo que ha llevado al psicólogo Ramón Nogueras a decir "estamos yendo al psicólogo cuando tendríamos que ir al sindicato". Otro método de control de masas es el dividirlas en nacionalidades cada vez más pequeñas, en grupos más exclusivos y echarle la culpa al otro, al diferente, al extranjero, al sin papeles. A un enemigo exterior que hace el papel del diablo.

Hacer creer que tus problemas solo te afectan a ti

El fascismo no es realmente una ideología política. De hecho, desconfían de la razón y apelan al sentimiento y a la violencia. Básicamente, los fascistas eran niños de familia más o menos bien, vagos, sin ningún oficio pero con la sensación de que la sociedad les debía algo. Una ambición desmedida en sintonía con su falta de escrúpulos. A lo que se dedicaron fue, básicamente, a mantener los privilegios de los poderosos a base de exaltar elementos identitarios como la raza o la nación. El antiguo sentimiento de pertenencia de grupo de los homínidos. En un fragmento de la carta de Mussolini a Roberto Farinacci (1934) le dice:

"¿Cómo debemos actuar frente a la protesta ciudadana? (..) ¿Debemos reprimirla? Depende. Existen dos tipos de protesta ciudadana: una ineficaz pero favorable para nuestros intereses, que es aquella que solo actúa contra las consecuencias del problema, y otra eficaz y muy desfavorable contra nuestros intereses, que es aquella que presiona o actúa contra los que realmente causan el problema, motivando así un inicio de la resolución del mismo. (...) Un ejemplo: hablaremos de protesta ineficaz y por tanto permisible si hay una serie de robos repetidos en una ciudad y el populacho actúa contra un ladrón, como acaba de ocurrir en Bolonia. Por el contrario, hablaremos de una protesta eficaz y por lo tanto inadmisible si esta se dirige contra la pasividad de las fuerzas del orden como ocurrió en Milán el año pasado. (...) El ciudadano debe creer siempre que la única forma de solucionar sus problemas es actuar por sí mismo frente a un problema que debe concebir como puntual y no sistémico y debemos impedir a toda costa que sea consciente de que la única forma de encontrar soluciones reales a sus problemas es actuar de forma constante, bajo parámetros asociativos, sindicales o políticos, contra el status quo. En lo tocante a nuestros enemigos, debemos poner todos los medios a nuestro alcance para propiciar una despolitización de la protesta social, para hacer creer al populacho que sus problemas solo les afectan a ellos, individualmente y no a su clase. Esta es la forma de control social más eficaz".

La burguesía inventó el nacionalismo para dividir al proletariado

Esta frase de Karl Marx es muy conocida, el filósofo consideró que el nacionalismo  es un disfraz que adoptan los reaccionarios, dividiendo el territorito para mantener y conservar  sus privilegios. Otro filósofo alemán, Nietzsche, mantuvo también con firmeza, que el nacionalismo  coarta la libertad de los pueblos porque pretende estrechar los límites de un territorio. Lo cierto es que  la eliminación de fronteras produce grandes  ventajas sociales. En mi periodo de vida he podido observar los tremendos beneficios que trajeron para el sur de Galicia o para el norte de Portugal el desmantelamiento de la frontera. No es que con la desaparición de las fronteras la sociedad se haya vuelto más justa, pero al menos se ha vuelto más racional, es como si las reglas del juego fuesen más lógicas y eso ha beneficiado al comercio, a la mejora económica de una región en la que vecinos vivían los unos a espaldas de los otros. Unos policías de fronteras dedicados a inspeccionar coches para ver si llevaban más de 12 cartones de leche, que era lo máximo permitido. Ampliar los límites de un territorio aumenta la libertad de las personas, como bien intuía Nietzche. 

Jean Jaurès quiso detener la carnicería que supuso la Primera Guerra Mundial con una huelga de trabajadores. Cuando acabó la masacre, muchos municipios franceses colocaron a calles y plazas su nombre, recordando su papel de firme opositor a dicho conflicto

Antes de la Primera Guerra Mundial (IGM), un político socialista francés, Jean Jaurès, intuyó que morirían millones de jóvenes en esa guerra sin sentido. La IGM se produjo por el asesinato del Archiduque Franz Ferdinand de Austria. Un magnicidio que alteró todo el sistema de alianzas que se habían fraguado entre las élites europeas del momento. Jaurès intuyó que morirían los hijos de distintas naciones no en su beneficio propio sino por el beneficio de unas clases dominantes emparentadas entre si que luchaban por sus privilegios y sus herencias. Propuso una huelga de trabajadores para parar la escalada del conflicto. Fue asesinado por un fanático nacionalista de derechas. Resultado: 17 millones de muertos, 21 millones heridas de consideración.

Lo que proponía Jean Jaurès era contemplar al obrero alemán como un hermano y no como un enemigo. Lo que querían los que apoyaban la guerra era mantener su status quo, sus privilegios, para ello venía bien crear el monstruo externo, el diablo encarnado en un joven armado. Fueron jóvenes franceses a la guerra contra jóvenes alemanes. Se enterraron en trincheras y se dedicaron a bombardearse hasta darse cuenta del sinsentido. Hizo falta una Segunda Guerra Mundial para subrayar que la solución eran los pactos y no las agresiones. El derecho frente a los privilegios mantenidos por la violencia. Como dice mi amigo Andrés: "Sólo el derecho y sus instituciones pueden revertir el poder absoluto de la economía y su alianza estratégica con la política".