La mayoría de las historias se diluyen en el tiempo como terrones de azúcar en un café caliente. La gran mayoría de las trayectorias vitales son una sucesión de avatares sin más hilo conductor que la pertenencia al colectivo o al tipo de familia al que perteneces. Mark Twain nos enseñó en su libro las aventuras de Huckleberry Finn que la vida que merece la pena ser vivida es aquella que tiene como componentes un río, un amigo, una causa justa. Y sobre todo, una voluntad férrea de éxito. Lo demás son anécdotas.
He dicho un río y puedo ser más específico: un viaje por un río. Un río es un paisaje y también es donde las ciudades, la cultura y el comercio florecen. Es un gran camino. Un río es una metáfora de la línea de tiempo: nace, crece y finalmente muere en el mar.
Un amigo es alguien que te escucha, que te cuenta historias para que tu las escuches, que confía en ti y en el que puedes confiar. Los amigos son el contrapunto a toda la cantidad de relaciones banales e incluso tóxicas que te vas a encontrar en la vida.
Huckleberry Finn fue el primer libro que tuve en mi vida. Me lo regaló mi padre con 6 años. Recuerdo vivamente dos personajes: unos embaucadores que viajaban de pueblo en pueblo timando con las cartas a los lugareños. Le piden a Huck y a Jim que los lleven río arriba con ellos. Huck y Jim acceden. Los dos jugadores pronto se dan cuenta de que Jim es un esclavo huido y tratan de sacar partido a esta situación. Es fácil darse cuenta de que estos sinverguenzas son mala gente.
La barca que lleva a Huck y a Jim río arriba para que el esclavo pueda ser libre, es una metáfora muy válida de lo que somos nosotros mismos. Cuando creces te das cuenta de que llevamos a esos embaucadores dentro de nuestra barca, dentro de nosotros mismos. Estos tipos viven en forma de pequeños malentendidos que aprendemos en nuestra infancia, de nuestros padres, nuestras primeras experiencias. Los padres, que nunca somos perfectos y que tenemos nuestra propio pasado en un tiempo que ya no es, con ciertos ejemplos, frases y criterios vamos sentando los cimientos sobre el que, nuestros hijos, van a desarrollar su personalidad, opiniones y criterios.
La mayoría de las personas no sabemos cuál es la aventura en la que estamos metidos. Simplemente vamos escogiendo lo que más nos conviene en cada situación. Por eso, por saber a dónde vamos, es importante tener un propósito con el que nos identifiquemos. Luchar contra la esclavitud era la tarea más noble a la que podía aspirar una persona que viviese en el Mississippi racista. Un río, un amigo y una causa justa. Y la firme voluntad de vencer en tu propósito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario